"El Esquema Fenicio": El regreso más Wes Anderson de Wes Anderson
- Violeta Reyes Gutiérrez
- hace 13 minutos
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Wes Anderson regresa con El Esquema Fenicio y lo hace sin traicionarse: sigue siendo el mismo director minucioso, estético y obsesivo, en esta instancia se siente más auténtico, más vertiginoso, más provocador. A pesar de su ya clásica fórmula, Anderson encuentra nuevas dinámicas dentro de su mundo, como si su propio lenguaje le permitiera seguir experimentando sin perder identidad.

En esta nueva entrega, la historia gira en torno a Zsa Zsa Korda, un espía en decadencia interpretado por Benicio del Toro. La trama lo enfrenta a una situación absurda que lo obliga a trabajar junto a su hija —encarnada por Mia Threapleton— en una misión que mezcla traiciones, secretos diplomáticos y una buena dosis de enredos burocráticos. Todo esto, claro, visto a través del filtro andersoniano: escenarios milimétricamente pensados, una dirección de arte fundacionalmente pictórica, cortes abruptos cargados de humor seco y su estructura de actos que funciona como un verdadero reloj.
Como siempre, el reparto está lleno de presencias conocidas dentro de su filmografía —no queremos spoilear —, pero esta vez el ingreso de Michael Cera se siente como un hallazgo tan natural que sorprende que no hubiese ocurrido antes. Cera entra en este universo con una comodidad absoluta: tímido, irónico, con esa mezcla entre nerviosismo y frialdad que lo vuelve perfecto para habitar los silencios de Anderson. También destaca Mia Therpleton, en un papel co-protagónico cargado de comicidad incómoda.

Anderson no solo mantiene su característico cuidado estético, sino que rinde homenaje al cine de los orígenes, especialmente si pensamos en el estilo de Georges Méliès. Hay planos que evocan la teatralidad del cine mudo y toda su esencia, esto mezclado con una exploración visual que combina contrastes, profundidades de campo, primeros planos estáticos e iluminaciones marcadas. El resultado es una experiencia que exige ser vista en pantalla grande.
Para quienes extrañaban el lado más afectivo de su cine —ese que habitaba en Los excéntricos Tenenbaums o Viaje a Darjeeling—, El Esquema Fenicio funciona como un retorno a esos vínculos fracturados, esta historia ofrece una nueva versión de ese conflicto esencial: la paternidad fallida, el afecto torpe, las heridas no resueltas. Todo está ahí, pero más afinado, más profundo, sin perder el tono lúdico ni el ritmo ágil que caracteriza esta etapa de su cine.

En tiempos en que el cine se dispersa en búsqueda de lo viral, Wes sigue apostando por lo contrario: por una voz única, por una estética reconocible, por un tipo de narrativa que no necesita adaptarse a las tendencias porque ya construyó una propia.
No es que Wes Anderson no cambie, es que cambia desde dentro. Y eso, en el cine de autor contemporáneo, es cada vez más raro y valioso.