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'Exterminio: La Evolución': Los zombies aún tienen algo que decir

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Después de más de dos décadas, Exterminio: La Evolución llega como una secuela esperada y, para sorpresa de muchos, bastante efectiva. Danny Boyle vuelve a la dirección y se reúne con Alex Garland para retomar el universo del Virus de la Rabia, esta vez desde una nueva generación de sobrevivientes. La película logra destacarse dentro del género por su estilo, sin caer en fórmulas desgastadas.


La historia sigue a Spike, un niño de 12 años que vive en una isla aislada de lo que queda del Reino Unido. Criado por un padre rígido y una madre enferma, el viaje de Spike al continente es el motor de una historia que cruza coming-of-age, horror visceral y crítica social. La película logra mezclar con naturalidad estas capas, manteniendo un ritmo ágil y una tensión constante.


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Uno de los elementos más llamativos en cuanto a estilo es el uso de iPhones para grabar ciertas secuencias. Si uno pone atención, se nota. Hay un cambio de textura, un registro más crudo que podría desconcertar a algunos espectadores, pero que, en el contexto de esta historia post-apocalíptica, funciona. Le da una vibra casi indie, reforzando la sensación de inmediatez y precariedad. Aporta a la construcción del mundo en ruinas que Boyle quiere mostrarnos.


Tanto Boyle como Garland están en control total de lo que quieren contar. La narrativa incluye flashbacks, cortes abruptos, secuencias alucinadas e incluso fragmentos que parecen sacados de otros medios. A ratos, la película se siente como un collage controlado, donde todo parece estar al borde del caos pero nada se desborda. Es una jugada arriesgada, y en gran parte, funciona.


La película no se guarda nada en términos de horror. Es visceral, sangrienta y grotesca, pero también reflexiva. El nuevo tipo de infectados, desde cuerpos deformes hasta depredadores alfa, dan escalofríos, y el tratamiento de la violencia no es gratuito. Exterminio: La Evolución no se olvida de que es una película de terror, y en eso cumple con creces.


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En cuanto al elenco, Alfie Williams, como Spike, entrega una actuación sólida que lleva buena parte del peso emocional. Jodie Comer también destaca con sensibilidad y presencia. Pero es cuando entra en escena Ralph Fiennes que la película cambia de tono: su sola presencia le da un peso distinto a la narrativa. Se nota el oficio, la experiencia y el control con el que construye a su personaje, elevando por completo la historia. Sin él, Exterminio: La Evolución no habría tenido el mismo impacto, y queda claro que su rol es clave para sostener muchas de las tensiones y misterios que impulsan la trama hacia adelante. El final, como ya se anticipaba, queda abierto para continuar con una nueva trilogía, y aunque puede incomodar a quienes buscan un cierre más definido, deja con curiosidad por lo que viene.


Ahora bien, es importante ajustar expectativas. Exterminio: La Evolución es una secuela digna, que expande su universo con intención y estilo, destacándose en un Hollywood saturado de continuaciones que juegan a lo seguro. Hay una mirada narrativa clara y un enfoque más fresco que eleva al género de zombies, especialmente por lo arriesgado de su propuesta estética. Pero no es para tanto. No es una de las mejores películas del año. Es entretenida, tiene un sello, se pasa bien… y con eso basta para verla en cines.

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