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Festivales: Reseña "It's Not Me (C'est pas moi)" FIDOCS 2024

Actualizado: 9 may


En su obra más reciente, C'est pas moi , Leós Carax nos sumerge en un ejercicio de autocrítica tan lúcido como provocador. La película, presentada en el reciente Festival de Cannes y comisionada por el Centro Pompidou, se erige como una pieza reflexiva sobre el papel del cine en la sociedad contemporánea.


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Presentada en la ceremonia de clausura de FIDOCS 2024. En sus escasos 40 minutos, Carax desmonta conceptos, estructuras y nociones preestablecidas de lo que entendemos como cine, llevándonos a cuestionar no solo el arte, sino también nuestra relación con lo que observamos.


Concebida como un collage, la película entrelaza fragmentos de su propia filmografía, archivos históricos y registros íntimos. Entre estos últimos, destacan los momentos con su hija, que irrumpen con una ternura inesperada, abriendo un respiro en medio del vértigo visual. Es en esos gestos pequeños donde el cineasta encuentra su centro: no en la grandilocuencia del “cine de autor”, sino en la fragilidad del vínculo, en el deseo de seguir preguntándose —y preguntarnos— qué sentido tiene todo esto.


Pero Carax no solo habla de sí mismo. También conversa con sus influencias, con los fantasmas del cine que lo habitan, y en especial con Jean-Luc Godard, figura clave que aparece frecuentemente en sus referencias. Al igual que Godard, Carax desarma la narración para reconstruirla en formas nuevas, caprichosas, irreverentes. Se burla de los moldes del “cine arte”, juega con el absurdo, y se ríe de su propia etiqueta de cineasta “snob”.


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A través de su ritmo frenético y su forma fragmentada en cuanto al montaje, Carax propone un viaje sensorial que nos obliga a pausar, a detener la mirada. Porque, ¿qué vemos realmente cuando miramos?, ¿cuánto vemos antes de ceder a la ceguera cotidiana? Es ahí donde emerge una de las frases más resonantes del filme:


"Nos quieren ciegos, sin tiempo para parpadear; la belleza del mundo lo requiere".

C’est pas moi es una declaración de principios. Un gesto radical pero íntimo. Un tributo al cine, sí, pero también una crítica al exceso visual que lo amenaza. Carax, desde las ruinas del mundo contemporáneo, sigue creyendo en el poder de una imagen verdadera. Aunque nos cueste verla entre tanto ruido.


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