FICValdivia 2025 'Magallanes': El otro lado de la epopeya
- Violeta Reyes Gutiérrez

- 3 nov
- 2 Min. de lectura
Tras armar una trayectoria sólida en festivales internacionales con títulos como The Woman Who Left (León de Oro en Venecia) o Norte, the End of History (selección en Cannes 2013), Lav Díaz vuelve con una de sus obras más ambiciosas: Magallanes. Luego de su presentación en Cannes y su paso por el 32° FICValdivia, el cineasta filipino reconocido por sus largometrajes de larga duración, nos entrega una versión inmersiva y brutal de uno de los episodios más oscuros de la colonización, trasladándonos a comienzos del siglo XVI para seguir de cerca la mente y las campañas del navegante portugués Fernando de Magallanes, interpretado por Gael García Bernal.

El cine ha abordado históricamente los procesos de colonización desde la épica, la batalla y la acción. En cambio, Magallanes de Lav Díaz —con sus 156 minutos de proyección— se detiene en lo que sucede entre medio: la espera, el desgaste y las estrategias. Una representación de como el tiempo corroe cuerpos y creencias. El enfoque está en la realidad y en la construcción de una atmósfera donde la fe, la ambición y el poder se entrelazan lentamente hasta volverse insoportables.
El tiempo se fija en los inicios del siglo XVI —la expedición de Magallanes parte en 1519— y la narrativa se expande hacia los territorios desconocidos que el imperio pretendía conquistar. La selva, los trayectos marítimos interminables, la incertidumbre, el hambre, y la fiebre se convierten en los verdaderos antagonistas. La película construye una inmersión hipnótica, que recuerda los delirios de Aguirre, la ira de Dios de Herzog o, más recientemente, las imágenes de barbarie en Los colonos de Felipe Gálvez.

Gael García Bernal entrega una actuación contundente, encarnando a un Magallanes consumido por el deseo de ser la palabra de Dios en la tierra. Su mirada vacía, su cuerpo exhausto y su voz quebrada transmiten el peso de una fe que justifica la violencia. La fotografía —a cargo de Artur Tort, junto al propio Lav Díaz— potencia esta experiencia: planos largos, pictóricos, donde la selva, la niebla y el océano se sienten como organismos vivos, testigos de la locura imperial. Un fiel retrato del delirio y la obsesión.
Magallanes cuestiona el relato épico tradicional y lo mira desde un ángulo intimo centrado en la violencia, el silencio y la fragilidad humana. Lav Díaz desmonta la imagen heroica del explorador y la presenta tal como es: mentirosa, obsesiva e hipócrita.




