FICValdivia 2025 'La Vida que Vendrá': Pensar la historia a color
- Violeta Reyes Gutiérrez

- 28 oct
- 3 Min. de lectura
“La historia no es lineal”, nos dice en un punto Karin Cuyul, y esa frase se convierte en el hilo conductor de su más reciente película, La vida que vendrá.
Después de Historia de mi nombre (2019), la cineasta chilena vuelve a mirar el pasado, pero esta vez desde un territorio aún más amplio: el del país y su memoria. La película, que formó parte de la competencia de largometraje internacional del 32° FICValdivia y que acaba de ser anunciada en la competencia oficial de FIDOCS 2025, se construye como un ensayo sobre la política, la historia y la fragilidad de una democracia que parece, todavía, en disputa.

A través de una búsqueda de archivos —de registros oficiales, materiales amateurs y grabaciones personales— Cuyul recompone una historia a color de los últimos cincuenta años en Chile, desde la Unidad Popular, la dictadura, la "llegada de la democracia" hasta la utopía del proceso constituyente. Lo que resulta de ese tejido visual es un retrato de la derrota, de una sociedad que ha transitado entre promesas rotas y silencios prolongados, y donde las imágenes funcionan como testigos de una realidad que, pese al tiempo, sigue interpelando.
¿Cómo narrar la historia sin repetirla? ¿De qué manera las imágenes pueden seguir hablando? El documental se enfrenta a esas preguntas con una mirada profundamente personal. Cuyul nos invita a observar su propio proceso creativo, convirtiendo el gesto de recolectar, mirar y montar en un acto de pensamiento. Su ejercicio busca abrir una conversación con el pasado, con los discursos que persisten y con la fragilidad de la memoria.
Lejos de la linealidad, la directora propone un ensayo sobre el tiempo, donde las capas del ayer, el presente y la proyección de un futuro posible se entrelazan. El archivo se transforma así en un cuerpo vivo, en constante diálogo con la historia reciente de Chile y con la construcción de una democracia todavía inconclusa.
La voz en off, íntima y reflexiva, nos guía a través de ese tránsito entre lo personal y lo político, revelando el trabajo de una artista que se interroga a sí misma y, al mismo tiempo, redefine los límites de su propio lenguaje. En su propuesta, la historia no se cuenta en blanco y negro: puede pensarse a color, desde las texturas que cada registro contiene. Este ejercicio de investigación incluye materiales provenientes del Instituto Mexicano del Cine, archivos patrimoniales de la Usach y archivos personales de chilenos que, de forma anónima o extraoficial, registraron la cotidianidad de un país en transformación. Esos fragmentos, alejados de los discursos oficiales de la época, terminan formando parte del tejido sensible de la película, recordándonos que todos somos parte de un registro histórico.
La vida que vendrá es un ensayo poético y político sobre la memoria, pero también sobre la posibilidad de imaginar otros futuros, donde el archivo deja de ser una reliquia del pasado para transformarse en una herramienta de pensamiento, de afecto y de acción colectiva.
Porque, como sugiere Cuyul, el archivo no es solo un lugar donde se guardan imágenes: es un espacio donde se reescribe la historia.
Una invitación a lo colectivo, a mantener presente la consigna de que la historia puede ser cíclica y que cada persona es agente de mantener la memoria y construir la historia para un futuro, sin perder el norte del pasado.




