FICValdivia 2025 'Viento, Háblame': Cartografía de una ausencia.
- Violeta Reyes Gutiérrez

- 23 oct
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 24 oct
Ganadora a mejor largometraje del 32° Festival Internacional de Cine de Valdivia, Viento, háblame, ópera prima del director serbio Stefan Djordjević, propone una exploración íntima del duelo y la memoria.

A partir de una búsqueda personal, el cineasta transforma su experiencia de pérdida en un lenguaje visual que indaga en los recuerdos y la imaginación. En ese recorrido, vuelve sobre la figura de su madre y hace de la imagen un espacio donde la memoria se convierte en una forma de permanencia.
No estamos frente a un documental ni a una ficción propiamente tal, sino ante una forma híbrida que se parece más a la memoria misma: difusa, fragmentada, irregular. La película avanza al ritmo de la naturaleza —sus silencios y pausas— y en esa cadencia se despliega la presencia de la madre. Los sonidos del entorno y la materia del paisaje se vuelven parte del relato.
Djordjević reconstruye el espacio que habitaba su madre, explorando la forma en que los recuerdos y las voces se mezclan con el tiempo. La película fluye de manera fragmentaria, con retornos y desplazamientos que reflejan la naturaleza del duelo: discontinuo, recurrente, siempre en diálogo con la memoria. Recordar se convierte en un acto de recomposición, donde pasado y presente se encuentran en constante movimiento.

La familia del director se convierte en parte de esta cartografía afectiva, en un espejo donde
el dolor y el amor coexisten, desde el humor, la nostalgia y la ternura. Viento, háblame es una ópera prima de notable sensibilidad autoral, una película que se mira hacia adentro sin dejar de convocarnos, como la vida misma. En su tránsito entre lo íntimo y lo universal, confirma que el arte ha sido un espacio que sirve para sanar (o buscar la forma de sobrellevar) los vacíos.




