'La Hermanastra Fea': AnatomÃa de una Obsesión
- Violeta Reyes Gutiérrez
- 10 oct
- 2 Min. de lectura
Emilie Blichfeldt, en su ópera prima, ofrece una descomposición contemporánea del clásico cuento de los hermanos Grimm, apartándose radicalmente de la imagen idealizada y cursi promovida por Disney.

En un reino regido por leyes impuestas por la belleza, Elvira vive siempre a la sombra de su hermanastra Agnes. Deseosa de destacar y de conquistar al prÃncipe, se somete a transformaciones extremas, enfrentándose a un juego estético despiadado donde la perfección fÃsica es una exigencia fundamental.
La hermanastra fea es una pieza de horror corporal lento, que apuesta por la provocación visual y sensorial, por tensar los lÃmites del dolor y la búsqueda de identidad. Elvira es protagonista, pero no se nos presenta como una heroÃna moral perfecta; su vulnerabilidad, su deseo y su ira la vuelven compleja.
Lea Myren da vida a Elvira con una actuación visceral, fÃsica y angustiante. Su transformación —fÃsica y psÃquica— se siente auténtica, dolorosa, atrapante. La pelÃcula aborda el horror tanto desde lo explÃcito (cirugÃas grotescas, dolor, deformidades) como desde lo emocional: la pérdida de cordura, la humillación y el auto-odio.
La cinta es una reflexión clara y fuerte sobre la hegemonÃa estética, la tiranÃa de los estándares de belleza, el patriarcado que convierte al cuerpo femenino en objeto de valor social y económico. El sacrificio fÃsico al que se somete Elvira, junto con su obsesión por el reflejo, se convierte en una metáfora de las presiones que enfrentan muchas personas hoy en dÃa por alcanzar ideales de belleza imposibles.

La pelÃcula sorprende por su propuesta visual: el vestuario, el maquillaje, el diseño de producción y los efectos prácticos están trabajados con un nivel de detalle impresionante. Cada textura, cada transformación o deformación transmite esa dualidad entre lo bello y lo monstruoso, entre el deseo de alcanzar la perfección y las consecuencias que eso conlleva.
En tiempos de Ozempic y microplásticos, donde los rostros tienden a parecerse y la perfección se vende como promesa, La hermanastra fea irrumpe como una bofetada al canon: una pelÃcula que nos recuerda el costo de la belleza y cuestiona los estándares que seguimos reproduciendo sin darnos cuenta.

