Jurassic World: Rebirth - ¿Renace o último suspiro?

Jurassic World: Rebirth intenta refrescar una franquicia que ha dado muchas vueltas en círculos. Y aunque el esfuerzo se agradece, el resultado deja sensaciones mixtas. Por un lado, Gareth Edwards (Rogue One: A Star Wars Story, The Creator) entrega probablemente la película más lograda visualmente desde la era de los animatronics, con secuencias de suspenso y tensión que remiten al Spielberg original. Por el otro, un guion genérico y plagado de conveniencias termina saboteando el potencial de este “renacer”.

El reparto liderado por Scarlett Johansson, Jonathan Bailey, Mahershala Ali y Manuel Garcia-Rulfo hace lo que puede para mantener a flote la historia en sus tramos más débiles. La química entre ellos funciona y logran imprimir algo de humanidad, pero ni su carisma logra eclipsar lo predecible de un guion que se siente como un remix acelerado con lo mejor (y lo peor) de las entregas pasadas.

Lo más destacable está en la tensión: hay escenas que realmente recuerdan a Jurassic Park (por ritmo, atmósfera y construcción), y aunque no aparecen rostros del pasado, el tono nostálgico está ahí. La película mezcla esa textura de humor noventero y clichés de blockbuster con acción efectiva y momentos que rinden homenaje al pasado.

Sin embargo, cuando la trama se adentra en el terreno de los dinosaurios mutantes como “gran amenaza”, el resultado es más cercano a Godzilla que a una película sobre criaturas prehistóricas. Esa magia jurásica, basada en el asombro ante lo "real", se diluye al optar por una fantasía extrema. La película pierde parte de lo que hacía especial a la saga.

¿Es mejor que Dominion? Sí, sin duda. ¿Es buena? No del todo. ¿Se disfruta? Bastante más de lo que uno espera. Y aunque Rebirth no logra devolverle la gloria a la franquicia, tampoco la entierra por completo. Como la premisa misma lo sugiere, los dinosaurios vuelven… aunque cada vez más alejados de nosotros. Tal vez como la saga misma: viva, pero en peligro de extinción.