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'Train Dreams': El arte de buscar un sentido

A veces nos olvidamos que el país de la bandera de "el progreso" se construyó en base a manos obreras, anónimas y precarizadas.


Train Dreams, segunda película de Clint Bentley tras Jockey (2021), llegó a Netflix después de una ruta que llamó la atención desde su premiere en Sundance 2025. Su adaptación de la novela de Denis Johnson y la presencia de Joel Edgerton y Felicity Jones dejaron instalada la idea de un film íntimo, concentrado en la experiencia de un trabajador anónimo en el auge de la construcción ferroviaria del noroeste estadounidense.



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La historia nos sitúa en las campañas de tala impulsadas por el boom de la madera en las primeras décadas del siglo XX. Allí seguimos a Robert Grainier (Joel Edgerton), un leñador que trabaja en cuadrillas destinadas a despejar terrenos para la construcción de caminos de tren. Robert es un hombre de aspiraciones sencillas: una vida tranquila, un lugar propio, una familia. Desde esa certeza, la película construye un relato que rescata la memoria de quienes levantaron la modernización de un país a punta de precarización: los trabajadores anónimos, las vidas pequeñas que desconocemos.


La fotografía de Adolpho Veloso es el eje que articula y profundiza el tono nostálgico de la película. Con un trabajo minucioso en luces, sombras y contrastes, la cámara encuentra puntos de luminosidad que evocan la búsqueda visual de Emmanuel Lubezki en sus colaboraciones con Terrence Malick. El bosque, la niebla y la luz filtrada construyen una atmósfera que acompaña las certezas y desolaciones del personaje.



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La película propone ejercitar la contemplación, construir intimidad, una búsqueda hacia adentro para pensar en cómo entendemos los recuerdos, la nostalgia, la soledad; en cómo las imágenes y los sonidos pueden otorgar sentido incluso en lo más mínimo.


Robert es un hombre que encuentra belleza en lo cotidiano: en el trabajo silencioso, en el amor, en la naturaleza. Y cuando la desolación lo golpea, su existencia se vuelve una búsqueda por recomponerse, por aferrarse a aquello que aún lo mantiene de pie.


Train Dreams apuesta por una sensibilidad poco habitual en los estrenos masivos, con su atención a los invisibles de la historia y su delicado ejercicio visual. Un dialogo con los claroscuros que nos habitan y que moldean nuestro día a día.

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